21 jul 2008
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PASTORES DE LA FAMILIA DE LA COMUNION
LA MARCA DE DIOS
A menudo muchos han errado del propósito y la esencia de la oración. La oración no es un tiempo cuando venimos para recibir algo de Dios. La oración es un encuentro con un Dios santo. Es entrar a su presencia – es entrar a una comunión y una relación con él. Es el medio por el cual lo venimos a conocer. De este conocimiento íntimo y personal de Dios brota la victoria del Señor Jesús a través de nosotros y hacia el mundo que nos rodea.
Moisés fue llevado a este conocimiento de Dios en el segundo período de su vida. Después del encuentro con Dios en el monte Horeb, ya nunca fue el mismo hombre. Ya nunca más volvió a llevar una vara común y corriente – se convertió en la vara de Dios. Sus acciones ya no fueron hechas en base del poder y la estrategia militar, sino en base del poder y la sabiduría de Dios. Su confianza ya no estaba en él pero en el Dios que había encontrado en el monte. La victoria y la liberación de la nación de Israel fueron el resultado directo de su encuentro con Dios.
Cada nueva generación necesita hombres y mujeres que oran. El recurso más poderoso de la iglesia es una vida transformada. No son los edificios hermosos los que atraen al mundo hacia Cristo, pero son los hombres y las mujeres que llevan en su interior la marca de Dios.
La oración es el instrumento ardiente de Dios que marca a los hombres. No vamos a impactar al mundo hasta que hayamos sido marcados por el Maestro. La marca de Dios en nuestro hombre interior nos dará la victoria en nuestras iglesias, comunidades, y naciones.
Tenemos que aprender que la victoria llega de rodillas.
Moisés fue llevado a este conocimiento de Dios en el segundo período de su vida. Después del encuentro con Dios en el monte Horeb, ya nunca fue el mismo hombre. Ya nunca más volvió a llevar una vara común y corriente – se convertió en la vara de Dios. Sus acciones ya no fueron hechas en base del poder y la estrategia militar, sino en base del poder y la sabiduría de Dios. Su confianza ya no estaba en él pero en el Dios que había encontrado en el monte. La victoria y la liberación de la nación de Israel fueron el resultado directo de su encuentro con Dios.
Cada nueva generación necesita hombres y mujeres que oran. El recurso más poderoso de la iglesia es una vida transformada. No son los edificios hermosos los que atraen al mundo hacia Cristo, pero son los hombres y las mujeres que llevan en su interior la marca de Dios.
La oración es el instrumento ardiente de Dios que marca a los hombres. No vamos a impactar al mundo hasta que hayamos sido marcados por el Maestro. La marca de Dios en nuestro hombre interior nos dará la victoria en nuestras iglesias, comunidades, y naciones.
Tenemos que aprender que la victoria llega de rodillas.
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