Escuché de un amigo pastor que la fe se muestra por lo que decimos. En otras palabras nuestro nivel de fe es mostrado por las palabras que expresamos acerca de una situación o de nosotros mismos. Este versículo es un ejemplo de esto:
Génesis 16:2 Sarai dijo a Abram: ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai.
Dios le había prometido a Abram que tendría una descendencia innumerable como las estrellas del cielo y la arena del mar. Pero habían pasado ya varios años de esa promesa y a Sarai, su esposa, ya no le estaba cayendo bien esperar tanto tiempo. Ella dice esta frase a Abram: “ya ves que Jehová me ha hecho estéril”. La fe declara las cosas que no son como si fueran, pero la no-fe, o la incredulidad, declara las cosas que son como si fueran para siempre.
La fe mira al futuro y declara la promesa del futuro como real para el día de hoy. Pero Sarai estaba viendo al pasado y declarando su futuro en base a su pasado. Tu puedes saber si tienes incredulidad por lo que dices. Que estás diciendo de tu futuro? Que estás diciendo de tu trabajo? Que estás diciendo de tus finanzas? Que estás diciendo de tu pasión por Dios? Que estás diciendo de tu familia? Que estás diciendo de tu ministerio? Solo estás declarando la realidad como si fuera para siempre, o estás declarando la promesa de Dios?
Yo oigo a gente decir: “Dios me hizo pobre!”, “Dios me hizo tonto”, “Dios no me dio un buen esposo”, “Dios no me dio una buena salud”… están declarando su identidad y su futuro en base a su realidad y no en base a las promesas de Dios.
Una declaración de fe te lleva a acciones de fe, pero una declaración de incredulidad te lleva a acciones de incrédulo. Sarai le dice a Abram: “te ruego te llegues a mi sierva, quizá tendré hijos de ella.” Inmediatamente después de la declaración de incredulidad de Sarai, viene la solución incrédula de Sarai. Prefirió que Abram se acostara con otra mujer a esperar que Dios cumpliera su promesa. Si estás declarando y pensando en incredulidad, no estás lejos de cometer acciones incrédulas.
Hablar y pensar es sembrar cosas en nuestro espíritu. Lo que tu hablas lo estás sembrando en tu hombre interior, lo que tu piensas lo estás sembrando en tu hombre interior. Si siembras incredulidad en tu hombre interior, terminarás por cosechar los frutos de incredulidad en tu vida.
Salmo 97:11 Luz está sembrada para el justo, y alegría para los rectos de corazón. Hay luz y alegría sembrada para el justo y para el recto de corazón. Dios quiere luz y alegría en tu vida. No quiere tinieblas de confusión y tristeza en tus decisiones y vida en general. Dios quiere darte luz y alegría en tu vida. Pero quién es el justo? Quien es el recto de corazón? En Génesis 15:5 dice que Dios llevó a Abram y le mostró los cielos y las estrellas y le dijo: así será tu descendencia. Y en el verso 6 dice: Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. El justo es el que le cree a Dios. El que le cree a Dios está sembrando luz y alegría para cosechar luz y alegría en cada área de su vida.
Sarai, más adelante en Genesis 16, cosechó desprecio de Agar, cosechó tristeza, decepción, seguro que también depresión porque su esposo se acostó con otra, cosechó inseguridad porque su sierva tenía hijos y ella no, y la lista sigue de la oscuridad y tristeza que cosechó por su declaración y su acción incrédula.
Qué estás cosechando en tu vida últimamente? Luz y alegría? U oscuridad y tristeza? Acuérdate que lo que estás cosechando es resultado de lo que estás sembrando. El que siembra fe en sus palabras y acciones, cosecha luz y alegría, el que siembra incredulidad en sus palabras y acciones, cosecha oscuridad y tristeza.
Empieza a sembrar palabras de fe a tu situación ahorita mismo. Empieza a sembrar palabras de fe a tu matrimonio, a tus hijos, a tu negocio. Empieza a hablar de tu futuro conforme a las promesas de Dios y no conforme a tu realidad. Seguro verás luz y justicia!!!
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